Creo que ser alguien del común, que piensa igual a los demás, que se expresa como los otros, que vive según la corriente de este mundo, es el estándar en nuestra sociedad. Sobre todo en la juventud es muy fácil ver este comportamiento: los más jóvenes, aquellos que se están formando en su personalidad, carácter, profesión en lugares como la escuela o la universidad, son fácilmente influenciables por sus compañeros, o profesores, o ideologías que estén de moda en el momento, dejando muchas veces a un lado los principios y valores.
Debemos ser conscientes que esto también sucede con personas cristianas, que tal vez desde pequeños han escuchado hablar del Dios de sus padres, o han asistido a la iglesia, pero que todavía luchan con mantenerse firmes en lo que han aprendido de la Palabra.
Creo que una de las historias más impactantes en la Biblia es la de Daniel, un joven que vivió uno de los momentos más críticos para el pueblo de Israel, ya que estaba siendo llevado cautivo a otra nación que no era la suya y que no conocía, Babilonia. Daniel se enfrentó a la cautividad, a la opresión, a las costumbres paganas de ese pueblo (cosa que él no estaba acostumbrado e iba en contra de sus principios); en sí, tenía todas las condiciones en su contra para vivir una vida que marcara la diferencia. Pero él determinó ser diferente al resto de jóvenes del momento, y llegó a ser diez veces más preparado, entendido, sabio, pero sobre todo, rendido al Dios verdadero.
“19 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. 20 En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.”
Daniel 1:19-20
Esto sucedió con Daniel muchos años antes de Cristo, pero no es tan diferente a lo que sucede en la actualidad: tal vez no vivimos cautivos en un lugar, pero si hay cárceles o prisiones espirituales a las cuales no ha sido fácil renunciar, llamadas vicios, o pecados ocultos, o sencillamente áreas que no has podido rendir a Jesús en su totalidad.
Dios quiere obrar en tu vida y llevarte a vivir en una libertad plena, pero para esto, debes estar dispuesto a hacer lo que Daniel hizo: determinarse a ser diferente, rindiendo su vida a Dios, humillándose en ayuno y oración, confiando en Dios, y preparándose para ser el mejor en todo.
Como sabemos que eres de aquellos que se retan a ser diferente, hemos preparado un desafío de crecimiento espiritual para toda la red de jóvenes que estaremos siguiendo durante las próximas semanas previas a nuestra convención, donde nuestro deseo al realizarlo, es que puedas llegar a ser Diez Veces Más en todas las áreas, llegando a ser un experto en el poder que hay en la Sangre de Jesús, en la oración y muy preparado en la Palabra por medio de tu devociones.
Te invito a que te unas a este reto las próximas semanas, donde estaremos preparando nuestro corazón, despertando nuestro espíritu, pero sobre todo, anhelando un cambio de lo natural a lo sobrenatural. Dios quiere que seas diferente y de aquellos que marquen siempre la diferencia.
Sara Castellanos