RESCATADOS A PRECIO DE SANGRE

Por MCI

En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.

Lucas 22:44

ALGO EN QUE PENSAR

No había otra manera de redimir la humanidad sino a través del sacrificio de Jesús en la Cruz del Calvario y de la Sangre poderosa que Él derramó allí. “Redimir” significa “rescatar”, quitar las vidas de las manos del verdugo. Debemos comprender que la redención implica un costo y realmente el precio a pagar era muy alto; no se podía comprar con dinero, ni con buenas obras, el único medio era a través de la Sangre que Jesús derramó por nosotros.

El patriarca Job en medio de su prueba, preguntó al Señor: ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?”  (Job 7:21). Unos versos más tarde él mismo se da la respuesta haciendo otra pregunta: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios? (Job 9:2).

A través del salmista, Dios nos responde al interrogante de Job, que es el mismo que han tenido muchas personas por años: 7 Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate 8 (Porque la redención de su vida es de gran precio, Y no se logrará jamás) (Salmos 49:7-8).

Ninguna persona puede redimir a otra, ni dar a Dios el precio del rescate para obtener perdón de sus pecados. La muerte de Jesús fue nuestra muerte al pecado; el sufrimiento de Jesús reemplazó el castigo que nosotros merecíamos y solo cuando creemos en Él somos libres de toda condenación.

Cuando confesamos el poder que hay en la Sangre de Jesús y lo aplicamos sobre nuestras vidas, declarando que por la Sangre que brotó de Su cuerpo llagado somos redimidos del poder del enemigo, las cadenas de opresión se rompen, viene liberación y se abren los cielos.

A continuación veremos los beneficios que vienen sobre nuestras vidas al aplicar la Sangre que brotó del cuerpo llagado de Jesús:

 

  1. REDIMIDOS DE LA ENFERMEDAD Y EL DOLOR

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:4-5

La enfermedad no es un estado natural del ser humano, sino que vino al mundo como consecuencia del pecado del hombre. Mientras el ser humano vivía apartado de Dios, el enemigo tenía el derecho de atacarlo a través de las enfermedades, pero ahora hacemos parte del Reino Celestial, y por lo tanto, la sanidad está a nuestro alcance.

Jesús fue flagelado para que no tengamos que soportar el flagelo de la enfermedad. Una sola gota de la Sangre del cuerpo llagado de Jesús tiene el poder suficiente para redimirnos de toda enfermedad, de absorberla de nuestro cuerpo, pero también de erradicar todo dolor físico, mental y emocional y dejarlo clavado en la Cruz del Calvario.

  1. REDIMIDOS DEL PECADO

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” Juan 8:34

Debemos entender que el pecado trae consecuencias terribles, como la muerte espiritual, la enfermedad, o la ruina, y quien lo practica permite que el enemigo tenga control sobre su vida y lo esclavice por medio de vicios, prácticas incorrectas, malas costumbres, adicciones, controlando así su voluntad.

Cuando Cristo se hizo hombre y aceptó tomar nuestro lugar, siendo juzgado y sentenciado a la muerte de cruz, nos dio libertad, nos rescató de una vida de esclavitud, y aquella Sangre que derramó de Su cuerpo llagado, se convirtió en el precio de nuestra redención.

Recordemos algo: la redención o el rescate que Jesús pagó por nosotros es total, no se limita solamente a la salvación, sino que abarca todas las áreas de nuestra vida y permite que todos nuestros pecados sean perdonados y vivamos una vida libre de argumentos contrarios. ¡No aceptes ningún tipo de esclavitud!

  1. REDIMIDOS DE LA REBELIÓN

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones.” Isaías 53:5

Cuando aplicamos la Sangre que brotó del cuerpo llagado de Jesús. Inmediatamente somos libres de la rebelión, de la desobediencia y de querer hacer nuestra propia voluntad.

Por un momento ponte a pensar: a un niño pequeño, sus padres le tienen que enseñar a ser desobediente? ¡Por supuesto que no! Porque la desobediencia y el querer hacer la propia voluntad hace parte de la naturaleza del ser humano, y por el contrario, los padres tiene el arduo trabajo de enseñar a sus hijos a obedecer y seguir las instrucciones.

Por eso cuando aplicamos correctamente este derramamiento, podremos erradicar la naturaleza rebelde de nuestro corazón y de nuestras generaciones.

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