“Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para siempre. Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente, misericordioso y justo. El hombre de bien tiene misericordia, y presta; gobierna sus asuntos con juicio, por lo cual no resbalará jamás; en memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus enemigos su deseo. Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre; su poder será exaltado en gloria. Lo verá el impío y se irritará; crujirá los dientes, y se consumirá. El deseo de los impíos perecerá”.
Salmos 112
ALGO EN QUE PENSAR
La relación de obediencia que Adán y Eva tenían con el Creador durante su vida en el Huerto del Edén, les permitía disfrutar de las bendiciones que les habían sido entregadas: autoridad, dignidad y honra. Cuando Dios bendijo al hombre “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:28) vemos que a través de este decreto el Señor lo coronó con la autoridad sobre toda la creación. Pero, cuando el hombre cae en la trampa del enemigo, se doblega ante aquel que le arrebató aquella corona.
Cayó la corona de nuestra cabeza; !Ay ahora de nosotros! porque pecamos.
Lamentaciones 5:16
Toda la maldición que vino por causa de la desobediencia del hombre a las leyes divinas, recayó en la tierra y quedó representada en espinos y abrojos. Hasta el día de hoy, esto hace que el enemigo se oponga a que las personas conquisten cosas nuevas como tierra, empresa, ministerio etc impidiendo que disfruten de una bendición plena.
Más debemos entender, que cuando las espinas de aquella corona que los verdugos pusieron a Jesús para burlarse, penetraron Sus sienes, la sangre comenzó a brotar hasta caer en tierra, y en ese momento la maldición de la tierra fue quebrantada para siempre, ya que el Señor nunca se contaminó con pecado. ¡Jesús recuperó todo lo que Adán había perdido y Su sangre cubre el precio de tu conquista!
Por esto, hay recompensa para aquellos que aplican correctamente, a través de la oración, el poder de la Sangre que brotó de la cabeza de Jesús por causa de la corona de espinas:
- DERECHO A CONQUISTAR TIERRA
Muchos no entienden cómo opera el enemigo, pero una de sus estrategias favoritas es hablar en primera persona, sembrando pensamientos autocompasivos o de temor haciéndoles creer que vienen de ellos mismos.
Quizá has dejado de soñar en terminar tus estudio, no ha sido fácil conquistar un cambio de vivienda, o estás próximo a casarte y no crees que puedas tener la provisión para tu nuevo hogar. Cualquier cosa que te esté afligiendo en ésta área, debes tomar la herramienta correcta: la Sangre que brotó de la cabeza de Jesús, y en un acto fe aplicarla sobre cada uno de los proyectos que están en tu corazón, creyendo que Dios abrirá puertas y oportunidades que nadie podrá cerrar.
- DERECHO A CONQUISTAR LA MULTIPLICACIÓN MINISTERIAL
Este tercer derramamiento de Sangre aplicado a tu vida, tiene el poder para cancelar toda voz incorrecta del enemigo, aquella que te había robado la autoridad para ser influencia a través de la predicación del Evangelio. Es el momento para que, puedas decretar que tan solo una gota de la Sangre de Jesús destruye toda opresión del enemigo, te reviste de poder y te da el derecho de ser un conquistador. Declara que se cierra el ciclo de la esterilidad ministerial y comienza un tiempo de crecimiento en tu llamado como nunca antes.
- DERECHO A CONQUISTAR LA BENDICIÓN FINANCIERA
A través de la fe en Él y en Su obra redentora, ya no eres esclavo de la maldición. Por lo tanto, si has sentido que tu área financiera solo son espinos y abrojos y más aún, que no obtienes recompensa y no disfrutas de tu esfuerzo, de ahora en adelante ora aplicando este derramamiento sobre tus finanzas, para que puedas descansar en el Señor y recibir la prosperidad que viene del Cielo.
¡Tu prosperidad no viene por causa de lo mucho que trabajes, tu prosperidad proviene de Jesús!