DIOS TIENE EL DOMINIO SOBRE TODAS LAS COSAS

“…porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” Mateo 6:13

ALGO EN QUE PENSAR

Fabio, un joven Brasilero, tenía que enfrentarse continuamente a un gran gigante en su vida: la timidez. Él prefería siempre mantenerse distanciado de todos, optaba por sentarse en las últimas sillas de la iglesia y le costaba mucho relacionarse, aun con sus compañeros de estudio. Lo padres no sabían qué hacer con él, aun en la iglesia la gente hacía muchas preguntas respecto a su situación. Ocho años atrás sus padres lo motivaron a asistir a una de nuestras convenciones, lo cual aceptó pero con algo de indiferencia.

Mientras estaba sentado escuchando una enseñanza en las graderías del auditorio, la Palabra de Dios comenzó a ministrar profundamente a su corazón; en el momento de la oración no logró llegar al frente, pues cayó al piso como fulminado por el poder de Dios. Al levantarse había sido completamente mudado en otro hombre; se sentía totalmente transformado, había recuperado su identidad. Cuando regresó a su país, en la iglesia todos se sorprendían y preguntaban dónde había ido Fabio, pues se veía completamente cambiado.

Este joven habló con sus padres y les dijo que él deseaba asumir la responsabilidad de
los jóvenes en la iglesia; los padres estuvieron de acuerdo y le dieron su apoyo. En muy corto tiempo, de sólo tener unos pocos jóvenes que asistían, logró levantar un ministerio de cientos de jóvenes que están fielmente comprometidos con Dios.

 

  1. CONOCIENDO AL DIOS ALTÍSIMO

Si conociéramos a Dios como lo conoció Abraham, la percepción de todas las cosas cambiaría de inmediato. Salomón dijo: “Porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos” (Eclesiastés 5:8b). Él es la máxima autoridad del universo.

Abraham pudo perseverar en Dios porque lo conoció como el Dios Altísimo. Toda riqueza, bendición y provisión viene de El Elyon; conocerlo cambia la perspectiva de todas las cosas, usted comienza a ver todo desde lo “alto”. Así como cuando nos desplazamos en avión y vemos desde las alturas las grandes montañas y los elevados rascacielos como si fueran hermosas maquetas, nuestra óptica también cambia notablemente cuando tenemos al Dios Altísimo, pues todas las cosas las contemplamos desde arriba; lo difícil se vuelve fácil, lo grande pequeño, lo imposible posible.

Dios se le reveló a Abraham como aquel que está por encima de todo y que no puede haber alguien que esté por encima de Él, esto hace a Dios ser el Juez Supremo, Él será quien defina el destino final de cada ser, sea hombre, ángel o demonio. No hay nadie más grande ni más poderoso que nuestro Dios.

 

  1. CONOCIENDO AL DIOS TODOPODEROSO

“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1).

Sabemos que las experiencias que más marcan el corazón de las personas son aquellas que se viven en los primeros cinco años de vida. Posiblemente, aunque habían pasado los años, Abram tenía en su vida algún vacío emocional que nada podía llenar. Dios se le revela como un Dios paternal que todo lo puede, para el cual no hay nada imposible, y también, como un Dios maternal que nutre y vitaliza las emociones.

Cuando Abraham vive esa experiencia, Dios le dice: “Anda delante de mí, y sé perfecto” (Génesis 17:1b). Para andar delante de Dios en perfección es necesario tener un corazón sano. Por esta razón, Dios decide establecer Su pacto no sólo con Abraham, sino también con toda su descendencia.

Dios cambia de inmediato el nombre de Abram (padre enaltecido) por Abraham (padre de multitudes), ya que el cambio de nombre es también un cambio de naturaleza. Con esta revelación, Abraham entendió que había llegado el tiempo del cumplimiento de la promesa. Esa experiencia lo marcó y fue el comienzo de una nueva etapa en su vida.

Dios nos invita a conocerlo de la misma manera como lo conoció Abraham, como un Dios paternal que todo lo puede, sin limitaciones y para Quien nada es imposible. Como el Dios maternal que nutre y da vitalidad a las emociones de las personas. Él puede sanar toda herida del pasado, restaurar su corazón y llenar todo vacío emocional que en él haya.

 

  1. CONOCIENDO EL DIOS ETERNO

“… e invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno”. (Isaías 1:6).

Para conocer verdaderamente a una persona usted debe pasar tiempo de calidad con ella. Abraham fue alguien que caminó con Dios, por eso pudo conocerlo como Dios eterno.

Al conocer al Dios eterno, Él nos hace partícipes de Su misma naturaleza, y mientras estemos en este mundo nos debemos preparar para cuando tengamos que partir a la eternidad.

Dice en las escrituras de Abraham que por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:9,10).

“Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2). Cuando el Espíritu había concebido todo lo que quería, fue que Dios habló. “Y dijo Dios”. O como lo expresó el escritor a los hebreos, al decir: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3). La palabra es espíritu y es invisible, es decir, que de lo espiritual e invisible, vino lo material y visible; esto sólo pudo ser posible por la autoridad que acompañó a la Palabra de Dios.

El salmista dijo: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4).

El Señor ha estado predicándonos desde el principio del mundo sin emitir un solo sonido, a través de Su Palabra nadie puede permanecer sordo a la voz divina. La creación, que nos habla de un Dios creativo, perfecto, exacto, generoso y eterno, es un fiel reflejo de la autoridad de Su eterna Palabra.

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