EL CARÁCTER CORRECTO

Por MCI

Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,  y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.

Efesios 3:17-19

ALGO EN QUE PENSAR

Como iglesia hemos recibido la revelación de la sangre de Jesús y sabemos el poder divino que hay en ella para deshacer las obras del enemigo; más hay un derramamiento de Sangre que, al aplicarlo sobre nuestra vida con fe, nos permite sentir el amor del Padre que sana toda herida emocional y forma en nosotros un carácter lleno del Espíritu Santo. Ésta es, la Sangre del costado de Jesús.

Existen muchas personas que aunque tienen un corazón dispuesto para Dios, batallan constantemente con su carácter: estallan en malas actitudes en momentos de presión, preservan hábitos de su vida pasada o heredados de sus antepasados, sus palabras y actitudes reflejan amargura y descontento. Todo esto habla de una persona herida, llena de temor y a través de esto, el enemigo frena el crecimiento en todas las áreas.

Jesús y su obra en la Cruz son la expresión máxima del amor. Él es la plenitud y la respuesta a toda necesidad, quien lo recibe a Él recibe toda Su provisión. En la Sangre que brotó de Su costado, el hijo de Dios nos estaba haciendo libres de todo rechazo y herida a través del poder de Su amor:

 

  1. EL AMOR SANA
  • Cuando somos heridos en nuestra estima y emociones, por lo general tendemos a pensar negativamente, endurecemos el corazón y se nos dificulta relacionarnos correctamente con Dios.

 

  • Cuando entendemos que Jesús lo dio todo, hasta la última gota de Sangre por amor a nosotros, entonces recuperamos nuestro verdadero valor y toda aquella voz del enemigo que había estado causando inseguridad y dolor es destruída.

 

  • Al orar aplicando la Sangre que brotó del costado de Jesús, el amor perfecto de Dios nos sana de toda herida y nos permite disfrutar de la bendición de ser hijos de Dios.

 

  1. EL AMOR NOS HACE HIJOS

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Juan 1:12-13

Quizá creciste en un ambiente falto de palabras de amor y afirmación, o experimentaste la separación de tus padres, abandono o burla. Más tu verdadero padre es el Dios que nunca falla, nunca lastima y nunca abandona.

Mientras Jesús derramaba esas últimas gotas de Sangre mezcladas con agua, estaba derramando toda Su vida y el sello de Su vida es que era el hijo de Dios, es por esto que gracias a esa Sangre podemos sentirnos como verdaderos hijos, herederos de Sus promesas.

Tener la Biblia y estudiarla y meditar en ella, es como tener al mismo Dios hospedado en nuestro hogar. Dejemos que el Espíritu Santo nos hable y nos revele Sus verdades.

 

  1. EL CARÁCTER CORRECTO

Si bien es cierto que Jesús pagó el precio por nuestra salvación y lo hizo una vez y para siempre, ahora nuestro llamado es a perseverar en aquella obra redentora. El agua que fluyó del costado de Jesús mezclada con sangre nos habla de limpieza permanente.

El Espíritu Santo es aquel que nos enseña a obedecer y practicar todo aquello que agrada a Dios, llevándonos a desarrollar un carácter correcto, un carácter que testifique a los demás que Somos hijos de Dios.

El carácter correcto viene a nuestras vidas cuando dejamos actuar al Espíritu Santo, cuando permitimos que trabaje en nosotros todos los días de nuestra vida.

 

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