BAUTISMOS: REVESTIDOS DEL PODER DE DIOS

Ser bautizado representa hacer un pacto con Dios y simboliza ser sepultado. El Señor ya no nos pide ir al suplicio de la Cruz, pues en ella cargó nuestra culpa, pecado y maldición; Su único mandato para nosotros es que bajemos a las aguas del bautismo, lo cual equivale a morir en la Cruz, dejando completamente crucificada nuestra naturaleza allí y declarando públicamente que decidimos ser Sus hijos y servirle con todo nuestro corazón.

A través de la Palabra vemos que cuando Jesús inicia su ministerio, una de las primeras cosas que hace es bautizarse en el Río Jordán por Juan el Bautista, luego de esto, sucedieron tres cosas especiales: Se abrieron los cielos, el Espíritu Santo descendió sobre Él como paloma y vino la voz de Dios diciendo “este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”

Dentro del ciclo de formación llamado “la U de la vida”, El  bautismo es el paso final con el que miles de hombres y mujeres sellan su fe y su compromiso con Jesús.  Como iglesia celebramos este importante día donde cada uno de ellos escucharán esa voz interna de Dios, trayendo una poderosa seguridad a sus vidas de sentir que son verdaderamente amados por el Padre y recibirán el revestimiento del poder del Espíritu Santo, quien les guiará a partir de ahora en su caminar con Dios.

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