UNCIÓN DE CONQUISTA

“Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”.

Jueces 6:12b

ALGO EN QUE PENSAR

En los tiempos de Jesús, la recaudación de impuestos era un trabajo lucrativo para los romanos, pero para un judío como Mateo, conllevaba traicionar a su pueblo, era despreciado por sus compatriotas y excluido de los actos religiosos; pero eso no le impidió a Jesús llamarlo a ser su discípulo, y Mateo no dudó en seguirle, se levantó y lo siguió.

Donde todos veían una amenaza, Jesús vio una promesa; donde todos los demás veían a un traidor y un hombre de poca confianza, Jesús vio a un seguidor leal; donde todos veían a un fracasado, Jesús vio a un campeón de la fe. No importa quienes seamos ni nuestra formación, o nuestra genealogía, nuestros contactos o nuestra historia: Jesús tiene un plan y necesita que cada uno de nosotros cumpla el propósito divino dado por el Padre Celestial.

Gedeón es un gran ejemplo de la manera como Dios puede transformar a cualquier persona y llevarla a conquistar cosas inimaginables. El pueblo de Israel estaba muy intimidado por los Madianitas, quienes tenían un ejército de ciento treinta y cinco mil personas; el pueblo estaba tan temeroso por la situación, que escondían todo lo que cosechaban, para que este pueblo enemigo no lo robara.

Gedeón había hecho todo lo que estaba a su alcance, que era esconder el trigo y resguardarse de sus enemigos; pero es en ese momento cuando recibe la visitación del ángel que le dice: “El Señor está contigo, varón esforzado y valiente”. Dios escogió a alguien sencillo, pero con un corazón moldeable , y a él le confió la responsabilidad de liberar a Israel de la opresión de los madianitas.

Esto es lo que debemos tener en cuenta frente a tiempos de conquista:

1. DIOS ESTÁ DE MI LADO

Cuando Gedeón preguntó: “¿Cómo será posible que yo, en mis fuerzas humanas, libere a mi pueblo de miles de enemigos?”. Lo primero que el ángel hizo fue motivarlo con sus palabras diciéndole que el Señor estaba de su lado y después el mismo Señor le dijo: “Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?” (Jueces 6:14b).

Es importante entender que debemos enfocarnos en lo que tenemos y no en lo que no tenemos o hemos deja- do de conquistar, porque esto nos desenfoca. Aunque ni Gedeón ni nadie se sentía con las fuerzas suficientes para hacerle frente a Madián, Dios hizo un milagro en su vida y lo revistió de la fuerza divina para que pudiera conquistar.

Recuerda, no es en nuestras fuerzas que logramos derribar los gigantes, sino es por medio de la fuerza del Espíritu de Dios en nosotros.

2. DEJAR QUE DIOS TRABAJE EN MI INTERIOR

La lógica de Dios es bastante diferente a la nuestra, porque Dios mira lo que hay en el corazón y en lo profundo de nosotros, mientras que el hombre mira las apariencias. Gedeón era un hombre que sentía temor ante sus adversarios, sentía que era la persona menos indicada para llevar a cabo esta tarea crucial, pero el Señor, a pesar de sus inseguridades, argumentos y aún de su propia naturaleza, tenía un propósito con él ya establecido, y por eso tuvo que trabajar en su vida para que entendiera el plan divino, pues Dios no necesitaba de un ejército numeroso para darle la victoria, y aún así Gedeón conformó un ejército de treinta y dos mil soldados. Lo único que Dios requería era un ejército de trescientas personas comprometidas.

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6b).

Dios formó a Gedeón, por medio de esta situación, y le enseñó a confiar plenamente en el Señor, a no depender de su lógica, ni de sus posibilidades, sino del poder de Dios.

3. ESTAR RODEADO DE LAS PERSONAS CORRECTAS

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).

 

Cuando Gedeón pudo entender el plan de Dios, seleccionó a las personas correctas, y sólo hasta que eso sucedió, el Señor le dio tremenda victoria. Trescientos soldados que, sin disparar una sola flecha, vencieron el ejército que se creía invencible, de ciento treinta mil hombres.

Debes evaluar quienes son esas personas que hacen parte de tu círculo íntimo, porque deben ser hombres y mujeres que tengan el carácter de Dios en ellos: que sean temerosos de Dios, comprometidos con Su obra, fieles, dispuestos a pagar el precio, que hablen palabras de fue que motiven, edifiquen y consuelen, y que tengan el espíritu de conquista para que juntos vean el cumplimiento de las promesas de Dios.

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