SU ESPÍRITU EN MI

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” 1 Corintios 2:12

ALGO EN QUE PENSAR

Un obrero de la General Motors había tratado de cortar cierto nuevo metal muy duro. Después de repetidos esfuerzos inútiles, llevó el metal al administrador general de la corporación, quien era un reconocido ingeniero de automóviles e inventor, y le dijo que no podía cortarlo. Él le preguntó: “Ha usado el diamante para cortar metales?” El trabajador dijo que no. Luego, fue a tratar de hacerlo y pudo cortarlo con el diamante; entonces, el administrador le dijo: “El metal no es demasiado duro, sino que nuestras herramientas no son suficientemente fuertes”.

De forma semejante, nuestras herramientas humanas son débiles para llevar a cabo el trabajo que Jesús nos encomendó por medio de la Gran Comisión, de ir y hacer discípulos.

Por eso, debemos entender que nosotros no somos competentes por nosotros mismos, sino es por medio del poder del Espíritu Santo que somos capaces de cumplir el propósito de Dios. Pide la llenura de Su Espíritu para que puedas experimentar el poder sobrenatural en tu vida.

Cuando el Espíritu Santo está dentro de nosotros, obrando con poder, ésto es lo que recibimos de Él:

 

  1. UNA NUEVA NATURALEZA

UCuando entramos en intimidad con Dios, Su naturaleza va creciendo en nuestras vidas. Debemos entender que dentro de nosotros tenemos la naturaleza espiritual y la naturaleza humana. El mandato del Apóstol Pablo a los creyentes fue firme: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Gálatas 5:16.

Convivimos con un enemigo que se llama “carne” y, paralelamente, nuestro mejor amigo es el Espíritu Santo. La carne, que es egoísta, no quiere el bien del ser humano; pero el Espíritu desea lo mejor para ti, anhelando permanecer dentro de tu corazón.

 

  1. UN NUEVO NIVEL EN LA ORACIÓN Y EN LA PALABRA

Nuestro espíritu se alimenta con la oración y el estudio de la Palabra.

Lo primero que debemos hacer al levantarnos es tomar el alimento espiritual, incluso antes del alimento natural. Debes nutrir el alma antes del cuerpo, tener tu primera conversación con Jesús antes que con cualquier otra persona, darle tu primera mirada a Él antes que a cualquier circunstancia, porque lo primero que tu escuchas y observas en la mañana, determinará el comportamiento del resto del día, así como lo último que escuches y veas por las noches, determinará tu descanso nocturno.

Siempre debes acostarte y levantarte con noticias positivas, es decir, con la Palabra de Dios, y así mantendrás tu espíritu dirigido por la fe y por el Espíritu de Dios.

El Espíritu Santo sabe cuál es nuestra necesidad, y lo interesante es que es que Él intercede con gemidos indecibles a nuestro favor. Es un intercesor excelente, por eso, la mejor oración es aquella guiada por Él.

 

  1. UN NUEVO NIVEL DE FE

Es importante comprender que la fe siempre es positiva y la duda es siempre negativa. Mientras las circunstancias te dicen “no”, la fe siempre será la sustancia necesaria para ver el milagro y el cumplimiento de la promesa.

Nuestra naturaleza espiritual debe alimentarse siempre de lo positivo, es decir, de lo que solamente hallamos en la Palabra de Dios.
Uno de los frutos del Espíritu Santo es la fe, porque en el lenguaje de la fe están las visiones y los sueños, y por eso, el Espíritu Santo siempre nos lleva a soñar en grande, y a confiar en que todo es posible para los que confiamos en Él.

“Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.” Mateo 17:20. Por medio de la fe dada por el Espíritu Santo, conquistaremos lo que antes era imposible.

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