RECOGIENDO LA COSECHA

“A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.

Mateo 9:37-38

ALGO EN QUE PENSAR

El Señor Jesús invirtió la mayor parte de Su tiempo ministerial en la formación de doce personas a quienes llamó apóstoles. Una de las mayores enseñanzas que les dejó fue acerca de la compasión por los que aún no le conocían. Después del hecho que narra Mateo 9:37-38, Jesús enseña a los discípulos la manera más eficaz de recoger esa abundante cosecha. Con posterioridad a esta lección, el Señor escogió a Sus doce entre todos Sus discípulos y también les confió la gran tarea de la evangelización.

En este principio que Jesús les enseñó, se encuentra la enseñanza más poderosa, que consiste en que cada creyente se responsabilice por doce personas. Nosotros somos hoy en día los seguidores de Jesús. Somos los que debemos agregar el ingrediente del trabajo a la intercesión y colaborar con denuedo para recoger la gran cosecha de almas que Dios ya nos ha preparado para estos tiempos.

  1. CONFORMANDO EL MEJOR EQUIPO

“Cierto día, poco tiempo después, Jesús subió a un monte a orar y oró a Dios toda la noche”. (Lucas 6:12)

Cierto día, poco tiempo después, Jesús subió a un monte a orar y oró a Dios toda la noche. Jesús se apartó de lo convencional. No buscó sus doce en las mejores escuelas de teología, sino que los escogió en una noche de oración.

No podemos elegir a nuestros equipo de doce por simpatía, capacidad intelectual, oratoria, habilidades y talentos, los escogemos porque el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que tienen un corazón fiel.

De la misma manera como el alfarero hace con el barro, Jesús los tomó en Sus manos y fue formándolos con Sus enseñanzas, los descontaminaba y les compartía verdades eternas. La visión de Jesús ha sido la única que ha logrado traer redención, esperanza y vida a toda la humanidad.

 

  1. FE PARA CUMPLIR EL PROPÓSITO

“Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:22-23).

El Señor usó esta situación de la higuera para enseñar a Sus discípulos que la fe puede cumplir su propósito, si logramos perseverar en oración sin permitir la duda en nosotros.

No actuemos como Pedro, que en un momento sintió que tenía toda la fe del mundo para caminar sobre las aguas, pero frente a las olas y los fuertes vientos, su fe se esfumó y empezó a hundirse tan rápidamente que tuvo que clamar por misericordia, y el Señor lo reprendió por su falta de fe (Mateo 14:28-31).

  1. FRUTO ABUNDANTE
Dios no quiere en Su vid racimos que se vuelvan ociosos y no den fruto, pues el Padre Celestial se encargará de quitar aquellos racimos que estén sin fruto. El Señor ha preparado todo de antemano para que cada uno de Sus hijos crezcan y fructifiquen, que lleven fruto, más fruto y mucho fruto. Permanecer en Jesús es mantener contacto con Su Palabra, así podremos mover la esfera espiritual a través de la oración.
Ninguna bendición espiritual se logra si no sabemos cómo conquistarla en oración a través de la fe. Aquellos que se resisten a dar fruto para el Reino de Dios, se convierten en leña que alimentará el fuego. El Señor solo se concentra en los que viven encendidos espiritualmente y son apasionados por dar fruto abundante para que se glorifique Su Nombre.
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