LA FE TRIUNFA SOBRE EL TEMOR

“Porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”.

Números 14:9b

ALGO EN QUE PENSAR

El pueblo de Israel se encontraba en uno de los momentos más cruciales de su vida. Ellos tenían muy presente el recuerdo de cómo Dios los había sacado de Egipto, donde por medio de los juicios de las diez plagas, había doblegado el orgullo de Faraón. Además toda la nación de Israel vio cómo el ejército más poderoso del mundo quedaba sepultado bajo las aguas del Mar Rojo, viendo así la mano de Dios sobre ellos de una manera poderosa.

En el recorrido desde Horeb hasta Cades-barnea sólo habían once días de camino cruzando a pie por el desierto, pero de los doce espías que Moisés envió, diez de ellos dieron un reporte negativo basado en lo que vieron naturalmente, es decir, basados en las circunstancias que los rodeaban, y no basados en la fe, y esto hizo que todo el pueblo de Israel desfalleciera en su fuerza de conquista; pero Josué y Caleb fueron los únicos que hablaron con un espíritu diferente, tratando de infundir ánimo en el pueblo y transmitiendo a ellos un mensaje de esperanza y de avanzar creyendo.

  1. LA FE DA SEGURIDAD 

Debemos entender que la genuina seguridad viene de nuestro interior y tiene que ver con nuestra área espiritual. Esta se refleja también en las demás áreas de nuestra vida: física, familiar, ministerial, empresarial y financiera. Esta seguridad es el resultado de de permitir que el Espíritu Santo sea el que tome control de nuestra vida.

Para algunos, la seguridad está en las circunstancias porque basan su confianza en lo que ven y lo que les rodea, pero nuestra verdadera seguridad está en Jesús. Josué vio gigantes, pero no se detuvo en lo que estaba delante de él, sino que confió en su Dios; cuando le creemos a Dios, dejamos de caer en fracaso y podemos visualizar la conquista y obtener la victoria.

  1. LA FE DA PAZ GENUINA

“ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Mateo 13:19

La paz es el resultado de una conciencia tranquila. Toda persona que entiende que Dios está de su lado para ayudarle y hacerle fuerte en su debilidad, aquieta su mente y tiene el control sobre cada uno de sus temores. Debemos entender como hijos de Dios que, en la Cruz del Calvario, el Señor manifestó Su poder, derrotando completamente al enemigo, haciéndonos libres de toda culpabilidad.

Cuando entendemos que toda nuestra deuda ya fue cancelada en la Cruz, nos descargamos de todo sentimiento de culpa porque sabemos que “ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1). La genuina paz en los pensamientos sólo la pueden experimentar aquellos que han aprendido a dejar sus cargas al pie de la Cruz.

  1. LA FE NOS LLEVA A HEREDAR LA PROMESA

El Señor había prometido a Abraham y Sara que tendrían un hijo a pesar de su avanzada edad, y que este sería el hijo de la promesa, es decir, el hijo que heredaría las bendiciones dadas por Dios a su padre; pero habían ya transcurrido veinticuatro años desde que el Señor les había dado esta promesa, los años pasaban y parecía que ese sueño se desvanecía, ya que él tenía casi 100 años y su esposa 90 y humanamente sería imposible concebir. Sin embargo, vino la sustancia de la fe a sus vidas, le creyeron a Dios, lo declararon con todas sus fuerzas y, unos meses después, Sara tenía en sus brazos al tan anhelado hijo de la promesa.

La manera como Abraham venció la duda y alcanzó la promesa fue alimentando su vida de fe a través de prestar atención a la Palabra dada por Dios a su vida; él entendió que Su Palabra es eterna, y que cuando el Señor da una promesa, Él no cambia de parecer ni rectifica lo que dijo, porque una vez que la palabra salió de Su boca, ésta se tiene que cumplir por encima de cualquier circunstancia. Debes aprender a confesar continuamente la promesa y reclamar por medio de la fe lo que el Señor te ha prometido que te dará.

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