EL AMOR RESTAURADOR DEL PADRE

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito,

para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Juan 3:16

ALGO EN QUE PENSAR

Durante el mandato de Andrew Jackson, uno de los Presidentes de los Estados Unidos, aconteció que un hombre de la oficina de correos vio que alguien estaba robando. Este empleado se llamaba George Wilson. Al ver al ladrón, tomó un arma, le disparó y lo mató. Por este hecho fue condenado a muerte. Al enterarse de este episodio, el Presidente Jackson extendió el perdón, pero George Wilson no lo aceptó.

A causa de ello surgió un gran debate legal, que llegó hasta la Corte Suprema, y el Juez de la Corte estableció una sentencia en la cual dijo: “La declaración del perdón es solo un pedazo de papel, pero tiene el poder de perdonar si lo acepta la persona que es objeto del perdón. Si la persona que es objeto del perdón se niega a aceptarlo, ésta no puede ser absuelta; por tanto, debe ejecutarse la sentencia de pena de muerte dictada contra George Wilson”. Este hombre fue ejecutado por rehusarse a aceptar el perdón que se le había otorgado.

Todos estábamos completamente separados de Dios, destinados a una condenación eterna condenación. Nuestras rebeliones hicieron una separación entre nosotros y Dios. Pero Su misericordia fue grande y no quiso tomar en cuenta los pecados del hombre sino que estableció un medio de redención y extendió Su perdón. Todos necesitamos ese perdón y podemos recibirlo, pero también darlo.

En la oración del Padrenuestro, el único comentario que Jesús hizo, fue con relación al perdón, cuando dijo: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15).
La mejor medicina para el ser humano es el perdón. Las cadenas más fuertes las rompe el perdón. Las puertas más seguras las abre el perdón. Las murallas más gruesas las derriba el perdón. No hay nada que se compare con el perdón, y la mejor manera de representar el perdón es a través de la Cruz.
¿CÓMO PUEDES EXPERIMENTAR EL AMOR RESTAURADOR DEL PADRE?
  1. ACEPTANDO EL PERDÓN DE DIOS

“Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado”. Salmos 32:1

La Cruz de Cristo tiene dos palos: uno vertical y otro horizontal. El palo vertical habla del perdón que Dios da al hombre, y Jesús murió con los brazos abiertos, diciendo a la humanidad que Sus brazos estaban abiertos para ofrecer el perdón. El palo horizontal habla del perdón que el hombre debe transmitir a su prójimo. Pero ¿a quiénes tiene que transmitir perdón? A todos aquellos que lo han ofendido; y los que más heridas han causado en el corazón del ser humano son las personas que están más cerca a él.

Seguramente usted no está resentido con el vendedor de un establecimiento comercial, ni con el gerente de alguna empresa, sino con aquellos que viven bajo su mismo techo, y a esas personas son las que debe trasmitirles el perdón.
Algunos cierran su corazón y dicen que no pueden perdonar a quienes les hicieron un gran daño y prefieren seguir castigándolos con el látigo de la indiferencia. Eso no hace sufrir a los otros, porque el damnificado es la persona que tiene el resentimiento. Cuando alguien otorga perdón, la primera persona que se libera es ella misma porque, antes que el perdón llegue a los demás, primero toca su vida y rompe las cadenas del resentimiento.
  1. PERDONANDO LA DEUDA A LOS QUE TE HAN OFENDIDO

En la parábola de los dos deudores (Mateo 18:23-25), el Señor Jesús habla de un hombre que pidió a otro que le pagara lo que le debía. Como éste no tenía para pagarle le pidió un tiempo de espera para hacerlo. La deuda que ese hombre tenía traducida a dinero actual era aproximadamente de seis millones de dólares, una deuda imposible de pagar.

Por esta causa el amo de este hombre atendió a su súplica y decidió perdonarle la deuda. Pero luego, el mismo hombre que había recibido el perdón, se encontró con otro que tenía una pequeña deuda con él, y le pidió que se la pagara. Cuando aquel hombre le dijo que no tenía el dinero y le pidió tiempo para pagarla, el hombre se enojó y lo mandó a la cárcel. Este hecho llegó a oídos del amo, quien le había perdonado la gran deuda y lo mandó llamar.
El amo le preguntó por qué no había perdonado la deuda como le había sido perdonada a él, y luego le preguntó de cuánto era. Traducida a dinero actual era de diecisiete dólares. El amo se enojó y le dijo: “Si te perdoné una deuda tan grande, ¿cómo no pudiste perdonar una deuda tan pequeña? Con esta actitud que tomaste, tu deuda se activa”. El amo lo envió a la cárcel y lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda su deuda.
Muchas personas van a la iglesia a pedir perdón a Dios pero luego no pueden perdonar a su cónyuge, no entienden que el Señor perdona nuestras ofensas en la medida que nosotros perdonamos a quienes nos deben, es decir, el perdón que uno transmite es el mismo perdón que recibe. Con la misma medida que uno mide, así lo mide el Señor.
Cuando usted se resiste a perdonar, todas sus transgresiones vuelven a florecer. Perdonar es olvidar, porque eso es lo que hizo Jesús con nuestros pecados. Cuando Dios transmite perdón olvida completamente, y el libro de los Salmos declara que así cuanto está lejos el oriente del occidente, así están lejos de él, nuestras rebeliones y nuestros pecados y nunca más se acordará de ellos.
Al transmitir el perdón hágalo con fe, sin temor a que le fallen nuevamente, y crea que esa persona recibió su perdón.
  1. CAMBIANDO DE ACTITUD Y COLOCANDO SU MIRADA EN EL PADRE

“…muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama”. Lucas 7:47

Cuando uno sabe que Dios le ha perdonado una montaña de pecados, lo ama con todo su corazón, pero si cree que lo ha perdonado poco, poco lo amará. Si los pecados de los que le ofendieron a usted fueron muy grandes, perdónelos, decida creer nuevamente en esas personas con todo el corazón, y nunca más vuelva a traer a la memoria sus pecados. Sepulte esas transgresiones y verá como Dios le da la restauración.

Dios extiende Su perdón, pero nosotros determinamos si lo aceptamos o lo rechazamos. Aquel que lo acepta recibe sobre su vida todos los beneficios de la Cruz, pero aquel que lo rechaza recibe la maldición descrita por Dios en Su Palabra.
Una gran diferencia se contempla entre aquellos que asisten a la iglesia y viven como si Dios nunca hubiera perdonado sus pecados; quien duda invalida la Palabra de Dios y trata a Dios de mentiroso. Pero Dios extiende Su perdón a aquellos que tienen fe y se atreven a creer en Él.

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