DI LA PALABRA

“Señor —dijo el oficial—, no soy digno de que entres en mi casa. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará”.

Mateo 8:8

ALGO EN QUE PENSAR

Frank González uno de los pastores que ha trabajado a nuestro lado por muchos años, hace algún tiempo mientras conducía su vehículo, sintió que unas manos extrañas tomaban el control de la dirección del automóvil. Esa tarde sufrió un aparatoso accidente, literalmente fue como si su cabeza se hubiera desprendido del tronco. Por la gracia divina, mi esposo tenía que predicar en donde aquel pastor estaba desarrollando su ministerio.

Al ver la difícil situación del momento, la esposa de Frank le comentó del delicado estado en el que estaba su esposo. A tal punto que los médicos llegaron a considerar que podría quedar paralítico. En ese instante el Espíritu Santo habló al corazón del Pastor César Castellanos diciéndole: “A las 2 de la mañana empezara su sanidad”.

La esposa corrió rápidamente a darle la noticia. “Frank, a las 2 AM Dios hará un milagro en tu vida”. El Pastor González estaba pendiente y en ese instante sitió que una luz inundó todo el cuarto, allí comenzó el milagro.

Luego cuando mi esposo fue a visitarlo, impuso sus manos sobre este gran amigo y discípulo, y al terminar la oración este hombre se levantó de su cama como un resorte quedando completamente curado.

Hasta el día de hoy sirve a Dios en completa salud dentro del ministerio.

  1. EN SU PALABRA HAY PROTECCIÓN

“Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12)

Esto es lo que sucede cuando, a través de nuestros labios, se desata la Palabra de Dios:

Su eterna Palabra es viva, y por lo tal da vida. Jesús dijo que el espíritu da vida y que la carne para nada aprovecha. Su Palabra es espíritu y es vida. La vida de la Palabra de Dios está en el Espíritu; si no tuviera el respaldo del Espíritu de Dios, carecería de poder.

Su poderosa Palabra es eficaz (griego – Energues). Es operante o dinámica; actúa cargada de toda la energía divina y cumple el propósito para el cual Dios la ha enviado. “Así́ será́ mi palabra que sale de mi boca; no volverá́ a mí vacía, sino que hará́ lo que yo quiero, y será́ prosperada en aquello para que la envié́” (Isaías 55:11).

Su sabia Palabra es cortante, o tajante, más que espada de dos filos (griego – Makhaira). Es como bisturí́ de cirujano y está destinada a curar. Cuando la Palabra de Dios se desata, llega hasta la parte más íntima del ser humano, sanando las heridas más secretas del alma o del espíritu y actúa como un filoso bisturí́. El que sea de dos filos (griego – Distomos) significa literalmente «de dos bocas», penetra muy hondo en el ser llegando hasta las coyunturas y los tuétanos, discierne los pensamientos más ocultos y las intenciones del corazón.

Cada palabra que sale de la boca del siervo de Dios está destinada a cumplir su propósito, aquello para lo cual ha sido enviada.

 

  1. LA PALABRA CARGADA DE FE TRANSFORMA LAS CIRCUNSTANCIAS

“Así́ que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

Dios nos ha dado la capacidad de creer para cambiar las circunstancias positivamente, por lo cual es indispensable oír lo que nos dice al respecto. Todo lo que queramos conquistar tiene que ser respaldado por Su Palabra. La Palabra encierra la semilla de vida; cuando cae en un corazón sano y lleno de fe, la semilla germina y da el fruto del milagro que se desea. Pues todo el poder de Dios está condensado en Su Palabra y solamente nuestra fe lo activa y lo pone en acción.

Aunque nuestros oídos tienen la capacidad de escuchar muchos sonidos, el éxito de oír la voz de Dios depende de nuestra atención. Debemos oír atentamente Su voz, para que Él pueda cumplir todo Su propósito a través de Su Palabra poderosa obrando a nuestro favor.

Saturemos la mente con la Palabra de Dios, pues a través de todos los tiempos permanece intacta, conserva el mismo poder; así́ como fue poderosa en la época de los profetas, tiene el mismo poder en nuestros días..

  1. EL PODER DE CONFESAR Y DECLARAR LA PALABRA DE DIOS
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá́, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así́ será́ mi palabra que sale de mi boca; no volverá́ a mí vacía, sino que hará́ lo que yo quiero, y será́ prosperada en aquello para que la envié́” (Isaías 55:10·11).

Ninguna palabra que sale de la boca de Dios carece de poder ni de autoridad. De igual modo, una declaración o una confesión que hagamos es la expresión de nuestra fe. El Señor, a través del profeta, da el ejemplo de la lluvia; nos dice que así́ como la lluvia desciende del cielo y moja la tierra, y esa lluvia tiene un propósito que es remover la tierra para que la semilla dé fruto al que siembra y de pan al que come, así́ será́ la palabra que sale de la boca de Dios, no volverá́ vacía, sino que hará́ todo aquello que Él quiere que haga y para lo cual la envió́. La Palabra de Dios es una mensajera que no puede volver hasta haber cumplido Su misión.

Cuando usted da una palabra, se convierte en un decreto, puede ser confesar sus sueños, es decir, aquello en lo que cree y que anhela. Al confesarlo, está activando el reino espiritual.

Si alguien habla una palabra negativa, esa palabra activa la esfera espiritual demoníaca, libera a poderes demoniacos a que le persigan para que se cumpla todo aquello que se dijo. Y si usted declara las promesas de Dios, activa la esfera angelical que vendrá́ en su ayuda para que alcance todo aquello que desea dentro de su corazón.

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